sábado, 1 de enero de 2011

Mempo y cómo somos.

¿Qué somos los argentinos?[1]

…Lo que pasa es que a vos no te gusta que te digan las verdades. Igual que todos en este país. ¿O me vas a decir que los argentinos no somos todos unos irresponsables? Apoyamos los procesos democráticos, irresponsablemente. Después vienen los milicos y tienen un apoyo irresponsable. Hay elecciones, la gente vota en mesa y se pone contenta, pero después, irresponsablemente, le reclaman orden y trabajo a cualquier fascista. Hay censura y la gente exige libertades, pero cuando hay libertades todo es desmesura. ¿Me vas a decir que no somos un pueblo inmaduro, como esos chicos que quieren meter la cuchara a la charla de los mayores y cuando consiguen hacerlo dicen pelotudeces?

Yo me incluyo si querés, pero aquí somos todos unos irresponsables. Nos pateamos el tablero, nos hacemos zancadillas, nos quejamos en exceso, nos creemos demasiado importantes y despreciamos a los que nos critican. Somos un “País jardín de Infantes” como nos definió María Elena Walsh ¿te acordás? ¿Y vos creés que hemos crecido algo? Acá somos agnósticos pero católicos marianos; somos librepensadores pero censurados y con vocación de censores; somos demócratas pero autoritarios; aquí los liberales son conservadores; los radicales son moderados; los revolucionarios son delirantes; hay socialistas de derecha; los comunistas apoyaron a Videla; los partidos populares estuvieron en contra del peronismo… aquí solamente los fascistas son coherentes, porque son racistas, asesinos e hijos de puta, pero son siempre iguales y no tienen fisuras. ¡Qué cosa ser argentinos ché! ¡Qué laburo tan difícil!


[1] Giardinelli, Mempo; Santo oficio de la memoria, pág. 343; Ed. Edhasa, setiembre 2009.

Paradojas y miedos de los golpistas en 1955.

Derrocan a un gobierno popular por no respetar la Constitución. ¿Cómo actúan ellos?
Estaba Perón con tres o cuatro tipos, todos con pilotos para la lluvia; llamo a lo de Cuaranta (el Gral. Cuaranta) y le digo: -Mirá, acá enfrente lo tengo a Perón. ¿Qué hago?. Me dice: - ¿No hay testigos?, Mátelo. Deeclaración del Capitán Alati.
[Perón se refugia y pide asilo político en la embajada de Paraguay y desde allí, Stroessner lo aloja en una buque de guerra paraguayo. Pero los golpistas querían detenerlo y matarlo]. “…en estos momentos el almirante Rojas analizaba un posible reclamo para entregar a su huésped, y, en caso de negativa, la posibilidad de entrar y sacarlo, sin más trámite. Encomendó resolver el espinoso asunto al capitán de fragata Jorge Palma, quien debía consultar al doctor Isidoro Ruiz Moreno. Este le recomendó que un grupo sin uniforme actuara en el interregno, mientras la ciudad de Buenos Aires era tierra de nadie, porque de otro modo el gobierno provisional no podría apartarse de las normas de derecho de asilo diplomático. Si una pueblada era la responsable de apoderarse de Perón y aún de ajusticiarlo, luego se realizaría el desagravio correspondiente al país ofendido…”[1]
“Uds. Todos saben de la enorme popularidad que gozó esta mujer…no es un secreto que existe una gran intranquilidad entre los partidarios del ex presidente, los cuales estarían fuertemente armados. Una tentativa peronista para recuperar el poder no es ni imposible ni improbable. Si se la entierra en presencia de sus deudos, el pueblo peronista se enterará y convertirá al cementerio en sitio de peregrinación; esto alentará al sector del ejército que permanece fiel al peronismo”.[2]
“Tú sabes muy bien quiénes inspiraron el golpe de Estado. Sus intenciones no pueden ser más que una. Desean llegar al poder a toda costa. Se saben impopulares y lo que es más conocen su imposibilidad de llegar a ser populares. Gobernarán, son inteligentes, trabajan en equipo y unos corrigen los errores que otros puedan cometer; pueden hacer un buen gobierno. Posiblemente nos sintamos cómodos con ellos si no nos oponemos a sus planes, pero no serán populares”.[Carta del hijo de Eduardo Lonardi a su padre, luego del golpe interno, diciembre 28 de 1955]. (Sáenz Quesada, 2007)




[1] Sáenz Quesada, María; La Libertadora. De Perón a Frondizi 1955-1958; Ed. Sudamericana, Bs. As. 2007; pág. 87
[2] Sáenz Quesada, María; ob. cit.; pág. 90